jueves, 22 de noviembre de 2007

DESCUBRIENDO LA MUSICOTERAPIA












Además de mis clases de preparatoria, estudié solfeo durante 2 años así como guitarra y piano. Si no hubiera sido médico, me dedicaría a pianista, dado que tenía aptitudes para este instrumento. Termino la carrera de médico cirujano y realizo la especialidad en Neumología, y en 1987 descubro el poder sanador de la música. Recuerdo que en aquellos años utilizaba música grabada en cassete o CD cuando daba la consulta a enfermos con padecimientos respiratorios. Atendía pacientes en los que notaba su aflicción por sus molestias respiratorias, e incluso me llegaban con crisis asmática, es decir, con datos de dificultad respiratoria y sibilancias; noté que al escuchar la música grabada durante la consulta, sus síntomas disminuían, tanto que se evitaba que los hospitalizará en el servicio de urgencias para su manejo adecuado. Escuchaba música como la del Dr. Steven Halpern, Anugama, Kamal, Karunesh, Deuter, Robert Haig Coxon Jr., Dan Gibson´s, Raphael, David y Steve Gordon, Vangelis, Jonn Serrie, Zazen, Jim Oliver, David Parsons, Kitaro, Jonathan Goldman, Iasos, Rusty Crutcher, Kay Gardner, Gabrielle Roth, Constance Demby, Robert Slap, Anthony Miles, Phil Thornton y Sheila Chandra entre otros. La música de todos estos artistas evocaba en los pacientes una relajación física y mental, ya que las dolencias mejoraban durante la consulta. También observé que la relajación psicofísica se obtenía al escuchar música amerindia, música clásica con sonidos de la naturaleza, los sonidos emanados del didjeridu y música que usaba teclados e instrumentos tibetanos.




Durante la década de los 80s y principios de los 90s seguí observando que mis pacientes se relajaban y mejoraban sus síntomas al escuchar música grabada de los artistas ya comentados durante la consulta. Descubro espontáneamente, y con asombro para mí, la facilidad con la que podía ejecutar entonación y armónicos vocales. Generalmente con la música hindú que utiliza el instrumento tanpura y al combinarla con armónicos vocales emanados de mi voz, observé un efecto sedante en los pacientes ya que me ponía en empatía o en armonía con música grabada de diversos autores que utilizaban tanto el tanpura como el harmonium, dirigiéndola hacia los enfermos y notaba que ellos lograban relajación física y en algunos hasta Estados No Ordinarios de Conciencia. Estos resultados los comprobé cuando utilizaba la música de Anugama (serie Spiritual Enviroment), Nigel Charles Halfhide, Sheila Chandra y Jonathan Goldman. Estos músicos utilizan su voz haciendo entonación y/o armónicos vocales junto con el harmonium o el tanpura, los cuales provocan en el organismo humano la respuesta de relajación(=bajan las frecuencias respiratoria y cardíaca, baja la presión arterial, baja el consumo de oxígeno, relajación muscular). Cuando hacía armónicos vocales o entonación con mi voz se incrementaban dichos sobretonos y observé que el paciente se armonizaba con la música combinada con mi voz, haciéndolo sentir más tranquilo, con una sensación de bienestar y salía de la consulta llenó de tranquilidad y gozo. En algunas ocasiones me comentaban lo que les hacía sentirse mal, pero al final el resultado era de una “sensación de liberación” (como solían decirme) que les provocaba un bienestar psicofísico y con optimismo hacia la vida.




Continúe ejecutando dichas prácticas en las consultas con mis enfermos donde conjuntaba la alopatía junto con el uso de música grabada y lo combinaba en ocasiones con mi voz al hacer armónicos vocales. Posteriormente experimenté usando instrumentos tibetanos y cuencos de cuarzo con el mismo efecto. Con esta técnica manejé pacientes con cáncer logrando mayor sobrevida y el enfermo usaba menos medicamentos, ya que dichos instrumentos provocan un efecto sedante lo cual me hizo conjeturar que lograba la liberación de endorfinas.

Seguí acumulando experiencia clínica y descubro que además de los armónicos vocales, el usar instrumentos que induzcan el efecto drone como el didjeridu o el tanpura, cuencos y campanas tibetanas, o simplemente un acorde en el teclado usando octavas o quintas de manera sostenida evocaban dicho efecto de relajación. Esto se lograba ya sea usando solo los armónicos vocales o combinándolo con dichos instrumentos musicales. A partir del año 2000 descubro que la percusión africana, árabe e hindú refuerzan más el efecto de relajación, por lo que empiezo a tomar clases de percusión en estas áreas, que continúo aprendiendo hasta la actualidad.






En estas dos últimas décadas fui acumulando experiencia enriquecedora durante mis conferencias ante auditorios de clínicas y hospitales, dirigidas tanto al personal médico como a los enfermos. Llegó el momento en que los propios enfermos o mis colegas médicos me llegaron a comentar que ya no querían que hablara tanto sobre los efectos de la música sobre el cuerpo físico y me pedían que mejor tocara. De esta manera surge el grupo musical Terapeutas del Sonido Sagrado, ya que en dichas conferencias sobre musicoterapia invité a mis amigos que me habían acompañado tocando en vivo cuando manejaba pacientes con diversas enfermedades.

También acumulé experiencia al tratar a la mujer embarazada junto con el padre y al bebé por nacer con música grabada y tocando en vivo. Los resultados fueron asombrosos: estos niños son más perceptibles, más inteligentes, mayor capacidad de aprendizaje y con mayor interrelación hacia sus padres.


De esta manera me inicié en la terapia musical y fui pasando de escuchar música grabada a ser creador de sonido sanador, que continúo hasta el momento actual. El conocimiento de uno mismo continúa siendo lo más importante en mi vida.

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